Washington en Philadelphia (c. 1777): elecciones en EEUU


En la imagen de arriba tenéis un cuadro de Tompkins Harrison Matteson. En dicho cuadro se observa la figura de George Washington en Valley Forge (aquí), en la denominada Campaña de Philadelphia haciendo frente a la ofensiva británica (1777-78) durante la Guerra de Independencia de los Estados Unidos.

Y es que hoy martes 8 de noviembre se celebran las elecciones presidenciales en EEUU.

Conviene recordar que los estadounidenses eligen a su presidente de forma muy diferente a cómo se elige en otros países (más información aquí, aquí, aquí, aquí, aquí y aquí). En principio, los norteamericanos no votan directamente a un candidato; lo que hacen con su voto es delegar esa función en los 538 compromisarios (electores) –nominados por los partidos políticos– que, en su nombre, votarán en los 50 estados del país y en el distrito de Columbia (sede de la capital, Washington). En otras palabras, cuando el ciudadano de un estado vota a un candidato presidencial está pidiendo que los compromisarios de su estado voten en el colegio electoral por su aspirante. Esto significa que puede ocurrir que un candidato con mayor número de votos pierda las elecciones; hecho que a lo largo de la historia ha ocurrido cuatro veces: Gore (2000), Cleveland (1888), Tilden (1876) y Jackson (1824). Los denominados padres de la Constitución de EEUU se decantaron por este sistema de votación vía colegios electorales frente al voto popular para proteger la representación de los estados pequeños frente a los estados más grandes.

El número de compromisarios (538) es equivalente a los congresistas de la Cámara de Representantes (435), más los legisladores del Senado (100: cada estado independientemente de su tamaño tiene dos senadores), más los tres delegados que aporta el distrito de Columbia. Esto significa que un candidato necesita una mayoría de 270 votos para ganar las elecciones. Si ningún candidato presidencial alcanza los 270 votos electorales, la elección se decide en la Cámara de Representantes, en la cual cada estado tiene un voto. A lo largo de la historia, la Cámara de Representantes ha decidido dos elecciones presidenciales, la de Thomas Jefferson en 1800 y la de John Quincy Adams en 1824. Por su parte, el Senado elegiría al vicepresidente, en un proceso donde cada senador tiene un voto (de hecho, podría darse el caso de un presidente y un vicepresidente de diferentes partidos). Por cierto, esto también significa que al ser par el número de compromisarios puede darse un empate entre los candidatos. En ese caso, la decisión de elegir al presidente igualmente pasaría a la cámara baja, donde cada delegación estatal disponde de un voto. Nunca ha sucedido... (bueno a Selina Meyer sí).

 



Los ciudadanos no eligen directamente al candidato, sino que con su voto delegan esa función en los 538 compromisarios o electores –nominados por los partidos políticos– que, en su nombre, votarán en los 50 estados del país y el Distrito de Columbia (sede de la capital). Es decir, cuando el ciudadano de un estado deposita su papeleta con el voto a un candidato presidencial está pidiendo que los electores o compromisarios de su estado voten en el colegio electoral por su aspirante. Este número de compromisarios es equivalente a los congresistas de la Cámara de Representantes (435), más los legisladores del Senado (100), más los tres delegados que aporta el distrito de Columbia. Así, Clinton y Trump necesitan una mayoría de 270 votos para ganar las elecciones. ¿Por qué se vota a través de este sistema? La votación por colegios electorales fue creada por los autores de la Constitución de EE UU tras descartar la elección directa por voto popular con el fin de proteger a los estados pequeños ante el poder de los grandes. Muchos expertos consideran que este sistema es democráticamente deficitario.

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