Os dejo dos impresionantes fotografías realizadas por
Brent Stirton (entrevista
aquí). En la primera podemos observar a los rangers que regresan al
Parque Nacional de Zakouma, tras semanas de intensa vigilancia para evitar el
tráfico ilegal de marfil.
En los últimos años el precio del marfil se ha incrementado de forma considerable y la gente está dispuesta a todo. De hecho, se ha constatado la existencia de grupos armados superiores a 30 personas que usan armas pesadas para abatir elefantes. También están grupos armados (y/o terroristas) con presuntos fines políticos -por citar algunos, el Ejército de Resistencia del Señor, Lord Resistance Army o LRA de Uganda- que utilizan el comercio ilegal de marfil para financiarse. En la actualidad, el principal consumidor de marfil es China seguido a gran distancia de Tailandia. Con más de 1,300 chinos que quieran tener medio kilo de marfil no hay suficientes elefantes en el mundo (más detalles
aquí,
aquí y
aquí).
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Comentario realizado por Manuel López-Viota (línea 2). Estudiante del Doble Grado en Ade y Derecho
Actualmente el comercio de marfil es un mercado en auge debido a la fuerte demanda procedente de países asiáticos. Así por ejemplo,
una parte de la sociedad china ha convertido el marfil en un artículo de moda presente cada vez más en toda clase de eventos sociales. Aunque el comercio de marfil se ha legalizado en China y Japón, siempre y cuando cumplan una serie de requisitos, tras esa legalización aparecen numerosos interrogantes. Según señala la BBC, en Nigeria –país que posee el mercado negro de marfil más grande del mundo- los traficantes locales ofrecen enormes cantidades de marfil sin necesidad de trámites de legales y administrativos. En otras palabras, el comercio legal está amparando un tráfico ilegal sin ningún tipo de regulación: por cada kilo de marfil legal, se pueden llegar a obtener hasta seis kilos de marfil ilegal.
Este tráfico ilegal tiene varios efectos. En primer lugar, dado que la única forma de extraer el marfil es matando elefantes,
la caza furtiva de elefantes y rinocerontes –incluso empleando ametralladoras y helicópteros- se ha incrementado de forma exponencial llegando a amenazar la extinción de dichas especies animales. El esquema es simple: en países como Nigeria o Tanzania
traficantes chinos realizan tratos con cazadores furtivos de los países africanos para posteriormente trabajar el material y venderlo en China (actualmente
China acapara el 70% del tráfico ilegal de marfil en el mundo) a precios elevadísimos en forma de joyas, objetos personales, menaje de cocina o cualquier otro elemento imaginable. Al mismo tiempo, la rentabilidad en el comercio del marfil ilegal ha posibilitado que grupos armados africanos se conviertan en grupos de presión prácticamente intocables debido a la legislación interna de cada país.
Ante este panorama tan poco halagüeño, qué se puede hacer. La UE ha promovido asociaciones como la
IFAW para combatir la caza furtiva y la especulación del marfil. Se han introducido nuevos medios de defensa como perros e incluso
en Kenia se ha llegado a quemar cuernos de marfil para pedir el final de la caza furtiva. Paralelamente las ONG han comenzada trabajar en campañas de concienciación pública en China para que cambien las pautas de consumo con respecto al marfil y otros artículos relacionados con especies animales en extinción (más detalles
aquí). En definitiva, todavía queda un largo camino por recorrer.
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