Cuando el hambre acecha. Sudán, c. 1993


Una instantánea más de uno de nuestros fotoperiodistas favoritos, James Nachtwey. Terrible fotografía sobre las hambrunas en Sudán en 1993.

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Os dejo el comentario de Tania Encina, estudiante del Doble Grado en ADE y Derecho (Línea 2)
 
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En la terrible e impactante imagen de James Nachtwey se observa a mediados de la década de 1990 a un joven extremadamente delgado consumido por el hambre, con pocas fuerzas para mantenerse en pie y con un rostro de abatimiento que nos hace sentirnos culpables a todos aquellos que vivimos en Occidente. ¿Por qué esta situación? ¿Cuál es su origen? Entre 1985 y 2005, la antigua república del Sudán vivió una interminable guerra civil entre el norte (mayoritariamente de religión musulmana) y el sur (cristianos en su mayoría). Finalizó la Guerra Fría, cayó el muro de Berlín, se produjeron los atentados del 11s en 2001 y el conflicto seguía enquistado. En 2008 el fiscal jefe de la Corte Penal Internacional pidió la detención del presidente de Sudán, Omar Hasan el Bashir, al que acusó de dirigir una campaña de genocidio en Darfur. ¿Qué ocurrió en Darfur? Resulta que desde 2003, El Bashir decidió exterminar a distintos grupos étnicos no árabes que habitaban en la parte occidental del antiguo Sudán. En términos geopolíticos, El Bashir contó con el apoyo de la Liga Árabe y en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas con Rusia y China. Por si fuera poco, el descubrimiento de yacimientos de petróleo en zonas cercanas a Darfur tampoco ayudó en demasía a resolver el conflicto. Al final, sucedió lo más lógico: Sudán se partió en dos. Tras casi 50 años de enfrentamiento y un referéndum en enero de 2011 en el que casi el 99% de los sureños votaron por la secesión, nació un nuevo país: Sudán del Sur. Dicha votación formaba parte del acuerdo de paz que en 2005 puso fin a una guerra que enfrentaba a ambas partes desde 1983. Más de dos millones de personas murieron y más de cuatro millones resultaron desplazadas a causa del conflicto.

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En este contexto, Sudán del Sur se convirtió en el “país más nuevo del mundo”. Sin embargo, tras cinco años de independencia los sudaneses del sur únicamente han vivido periodos de preguerra y guerra caracterizados por ataques violentísimos contra la población civil, mujeres y niñas violadas, personas quemadas vivas, o, en su defecto, ahorcadas, castradas y/o cortadas en pedazos. En suma, cinco años de violencia extrema donde la población civil ha llegado a asimilar todas estas atrocidades como si fueran una rutina diaria. ¿Cómo comenzó todo? (detalles aquí, aquí y aquí). El 9 de julio de 2011, los habitantes de Sudán del Sur, cristianos en su mayoría, celebraron su independencia de los vecinos del Norte, mayoritariamente de religión musulmana. Por si fuera poco, las principales reservas de petróleo del antiguo Sudán se concentraban en el sur. Esto propició un relativo crecimiento económico y la inversión de multinacionales petrolíferas. Desde el punto de vista político, Salva Kiir Mavardit (etnia dinka) asumió la presidencia y Riek Machar (etnia nuer) la vicepresidencia; de tal forma, que las principales etnias de Sudán del Sur se vieran representadas y satisfechas institucionalmente. Conviene recordar que Sudán del Sur es un país multiétnico con más de diez millones de habitantes, de los cuales cuatro son dinkas, dos son dinkas y los otros cuatro millones restantes pertenecen a cincuenta y dos tribus diferentes. Sin embargo, todo este equilibrio saltó por los aires cuando en julio de 2013 cuando el presidente Kiir expulsó a su vicepresidente (Machar) y a todos los nuers del Gobierno. ¿Por qué? Según apunta la BBC, el presidente Kirr acusó a Machar de preparar un golpe de estado en su contra. Las consecuencias no se hicieron esperar: seis meses después, comenzó una cruenta guerra civil que no tiene visos de acabar. Según cálculos de la ONU, entre 2013 y 2015 la guerra civil en Sudán del Sur dejó decenas de miles de muertos y casi 2.5 millones de desplazados.

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