Uzbekistán: niños trabajando en los campos de algodón


En la imagen cedida por Maquila Solidarity Network se aprecia como el trabajo infantil en los campos de algodón de Uzbekistán es algo relativamente frecuente. Responsible Sourcing Network (RSN), una organización sin ánimo de lucro que lucha contra los abusos asociados a la explotación de las materias primas, se hizo eco de lo mismo en un informe titulado Cotton Sourcing Snapshot: A Survey of Corporate Practices to End Forced Labor.

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A continuación os dejo el comentario de Ana Alba Pérez, estudiante de 1º del doble grado en Derecho y Ade

Para algunos la vida sigue igual 

Samarkanda, antigua ciudad de la Ruta de la Seda (más aquí)
Cada año, las cápsulas de algodón empiezan a madurar y están listas para ser recogidas en el mes septiembre, coincidiendo esta fecha con el comienzo del año escolar en muchos lugares del mundo. Pero si bien en países como España los niños empiezan las clases acompañados de nuevo material escolar y llenos de curiosidad por lo que les espera, en Uzbekistán (más detalles sobre la situación macroeconómica de Uzbekistán aquí) las mochilas de los superhéroes o dibujos favoritos son sustituidos por sacos que deben contener entre veinte y sesenta kilos diarios para alcanzar los objetivos establecidos por el gobierno. Este se encuentra presidido por Islam Karímov, quien no tiene ningún reparo en emitir órdenes a los gobernadores locales para enviar cuotas de entrega de algodón a las escuelas del país. Según datos de 2006, a principios de septiembre alrededor de dos millones setecientos mil niños son protagonistas de esta historia sobre esclavitud. A pesar de esto, en 2011 el índice de inscripción escolar era del 93 por ciento según el Banco Mundial.

El algodón representa el 45 por ciento de las exportaciones de Uzbekistán, siendo el cultivo de mayor importancia desde su independencia de la Unión Soviética en 1991. Esta primacía provoca que a los agricultores se les exija dedicarle una parte de sus tierras, y que, con vistas a reducir costes en maquinaria y mano de obra, se obligue a los niños a trabajar durante los dos meses de cosecha haciendo caso omiso a los muchos derechos y libertades que quedan pisoteados. Lo que sus padres o tutores tengan que decir al respecto es indiferente y a los profesores se les obliga a formar parte de esta actividad que beneficia principalmente a la élite. Las clínicas y hospitales no consiguen funcionar a pleno rendimiento porque gran parte de su personal sanitario es destinado a trabajar en los campos.

Pero esta situación no acaba aquí. Aquellos que se encargan de recoger algodón deben llevarse su propia comida y en la mayoría de los casos en vez de dormir en casa lo hacen junto las máquinas o los animales, siendo prácticamente inexistente su remuneración. Según los estudios realizados por Daron Acemoglu y James A. Robinson, y que bien reflejan Por qué fracasan los países, los niños recogen casi el 75 por ciento del famoso ‘oro blanco’, recibiendo 0.03 dólares estadounidenses a diario cuando el precio del kilo era de 1.40. No son pocos los casos de fallecimiento que se han producido a raíz de las pésimas condiciones y la explotación a la que la población se ve sometida.

Este es el valor que se da a los que son el presente y el futuro de un país, ignorando un aspecto tan vital como es la educación, y apostando por el enriquecimiento de una minoría elitista que se apoya en instituciones políticas y económicas muy extractivas. 

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