James & Mary en Arlington
El fotógrafo John Moore muestra a una mujer (Mary McHugh) llorando a los pies de la tumba de su prometido (James Regan, ranger del ejército de EEUU). Esta imagen caló profundamente entre los ciudadanos estadounidenses e hizo reflexionar sobre las consecuencias del despliegue de tropas en conflictos internacionales como el de Irak o Afganistán. Gracias a esta foto, Moore obtuvo dos premios, el "Photojournalist of the Year" de la NPPA y el "Magazine Photographer of the Year" de POYi. Sobre la foto el autor comentaba que "en 2007, tras pasar cuatro años viajado a Irak para cubrir la guerra, pensé que debía visitar el Cementerio Nacional de Arlington durante el fin de semana de la festividad del Día de los Caídos. Creía que debía dedicarle algún tiempo. Caminé junto a las tumbas de la Sección 60, la zona de más reciente construcción de este cementerio en expansión. Casualmente, me encontré con Mary McHugh, que estaba visitando la tumba de su prometido, James Regan, un Ranger del Ejército de Estados Unidos que había sido asesinado por un artefacto explosivo improvisado ese mismo año. Hable unos minutos con ella porque Jimmy y yo habíamos trabajado, con misiones diferentes, en los mismos lugares de Irak. Un poco más tarde, volví a pasar por el mismo lugar y la encontré tumbada sobre la hierba a los pies de la tumba de su amado, acariciando el frío mármol y susurrando suavemente, como si tuviera miles de cosas que contar. Hice unas cuantas tomas y seguí mi camino. En aquel momento sentí, al igual que ahora, que le debía parte de mi tiempo a ese cementerio. Quizás todos se lo debamos" (texto completo aquí).
A continuación os dejo el comentario de la estudiante Sara Santos Abadía, del Doble Grado en ADE y Derecho
La palabra cementerio, procedente del latín “cemeterium”, es decir, cemento nos causa “a priori” no menos que respeto y resignación. Según la RAE la acepción dice que es “terreno, generalmente cercado, destinado a enterrar cadáveres”. Si a este concepto le añadimos “militar” se nos viene a la cabeza un campo de césped totalmente lleno de cruces y tumbas, procedentes de combatientes o soldados que dieron la vida por un país o por unos ideales.
Los cementerios militares dicen que son moradas “eternas” de personas que dieron su vida al luchar en guerras. Para darle un lugar destacado, se construyen o se ubican en emplazamientos estratégicos dándole un matiz turístico y de renombre. Desde el de Normandía (Francia) hasta el de Fort Rosecrans (California) pasando por el de Gettysburg en Pensilvania, Glasnevin (Dublin) o el que nos refleja la foto, el de Arlington en Virginia. Todos a cual más ingeniosos, rectilíneos, coloridos y vistosos para su turismo. Pero ¿realmente somos conscientes de lo que significa? Creo que no. Muertes y muertes sin sentido alguno, matanzas, destrucciones, somos lobos entre nosotros “Homo homini lupus”, (Hobbes) el hombre es un lobo para el hombre. Una de las notas características de la esencia humana es el egoísmo según este filósofo, y yo añadiría la compensación: me compensa tener pareja, tener familia, tener amigos… todo para satisfacer mi ego. Sin embargo, Rousseau nos habla del hombre en estado puro y al caer inmerso en la sociedad es cuando se corrompe. El hombre es un producto de la sociedad… ¿y ese “producto” tiene que “MATAR”?.
En la actualidad persisten las guerras (Ucrania, Chad, Nigeria, Yemen y Siria, entre otros ejemplos) y la inestabilidad política (Corea del Norte, Venezuela, El Salvador, Rusia, Myanmar, entre otros muchos) prácticamente en cualquier parte del mundo. De esos conflictos se nutren desafortunadamente los cementerios, militares o civiles, del “todo por la patria” (buena excusa para matar, ¿o no?)
James Regan y Mary McHugh son dos personas que podrían haber tenido otra vida; a la primera le han arrebatado la vida, a la segunda su vida quedará marcada gracias a una sociedad con licencia para matar. Es lo que algunos denominan “daños colaterales”. Hay personas que ganan en los conflictos bélicos y hay otras que pierden, un ejemplo de los que pierden lo tenemos si paseamos por esos… cementerios militares. En España también existen los cementerios militares. De hecho, no podemos dejar en el olvido nuestra Guerra Civil española (1936-1939), donde españoles mataban a españoles por ideología, por venganzas o por resentimiento. Cementerios que acogen mil historias y cada una digna de saber. No sólo padece el que fallece víctima de unas motivaciones, absurdas o no, sino también aquellas personas que le rodean…familiares, amigos, vecinos, parejas… (un ejemplo entre tantos aquí)
En definitiva, los cementerios no dejan de ser cementerios, reliquias de un pasado que no hay que olvidar. Sin embargo, si le añadimos la palabra militares da un paso más al concepto, nos viene a la cabeza atrocidades, defensa de intereses y tendencias, aberraciones cometidas, abusos, personas obligadas a la lucha, individuos que se han visto inmersos en una espiral de la que no podían escapar…. ¡Esperemos que no se llenen ni se creen más CEMENTERIOS MILITARES! Y nuestra tendencia sea la vía del diálogo (os dejo esta canción España, camisa blanca que refleja estos sentimientos).
A continuación os dejo el comentario de la estudiante Sara Santos Abadía, del Doble Grado en ADE y Derecho
¿Son los cementerios militares
una fuente de turismo y admiración?
Richmond, cementerio de Hollywood |
En la actualidad persisten las guerras (Ucrania, Chad, Nigeria, Yemen y Siria, entre otros ejemplos) y la inestabilidad política (Corea del Norte, Venezuela, El Salvador, Rusia, Myanmar, entre otros muchos) prácticamente en cualquier parte del mundo. De esos conflictos se nutren desafortunadamente los cementerios, militares o civiles, del “todo por la patria” (buena excusa para matar, ¿o no?)
James Regan y Mary McHugh son dos personas que podrían haber tenido otra vida; a la primera le han arrebatado la vida, a la segunda su vida quedará marcada gracias a una sociedad con licencia para matar. Es lo que algunos denominan “daños colaterales”. Hay personas que ganan en los conflictos bélicos y hay otras que pierden, un ejemplo de los que pierden lo tenemos si paseamos por esos… cementerios militares. En España también existen los cementerios militares. De hecho, no podemos dejar en el olvido nuestra Guerra Civil española (1936-1939), donde españoles mataban a españoles por ideología, por venganzas o por resentimiento. Cementerios que acogen mil historias y cada una digna de saber. No sólo padece el que fallece víctima de unas motivaciones, absurdas o no, sino también aquellas personas que le rodean…familiares, amigos, vecinos, parejas… (un ejemplo entre tantos aquí)
En definitiva, los cementerios no dejan de ser cementerios, reliquias de un pasado que no hay que olvidar. Sin embargo, si le añadimos la palabra militares da un paso más al concepto, nos viene a la cabeza atrocidades, defensa de intereses y tendencias, aberraciones cometidas, abusos, personas obligadas a la lucha, individuos que se han visto inmersos en una espiral de la que no podían escapar…. ¡Esperemos que no se llenen ni se creen más CEMENTERIOS MILITARES! Y nuestra tendencia sea la vía del diálogo (os dejo esta canción España, camisa blanca que refleja estos sentimientos).
Comentarios