Aylan Kurdi, una foto que debe parar la guerra en Siria


La Guerra de Siria (2011-actualidad) y el éxodo continuo de refugiados está provocando dramas de una magnitud inimaginable. El pasado 3 de septiembre El País, Trouw, The Guardian, La Stampa, De Morgen y The Times publicaron una serie de fotos escalofriantes (muy duras y muy tristes) sobre el rescate del cuerpo sin vida de Aylan Kurdi: un niño de tres años que huía junto con su familia de la guerra. Al mismo tiempo, dichas imágenes se convirtieron en trending topic en twitter bajo el hashtag #KiyiyaVuranInsanlik. Más detalles aquí y aquí.

A continuación os dejo la opinión de Alejandro Berraquero, estudiante del doble grado en ADE&Derecho (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla)


Entre fotografías y palabras

Imagen original BBC
Hay quien dice que el mundo gira como consecuencia de la creación del universo, y que este movimiento sufre una deceleración constante debido a hechos como la atracción con nuestro satélite, entre otros. Sin embargo, sin querer quitarle mérito a la infinidad de científicos que han estudiado este hecho, hoy voy a lanzar una afirmación que tal vez haga asentir en silencio a más de uno. El movimiento del planeta no está motivado por el conjunto de números que determinan su velocidad y dirección, sino por la cantidad de cifras monetarias que representan el conjunto de acciones que llevamos a cabo los seres humanos.

En la noticia que precede a este comentario nos presentan a Aylan Kurdi. Este joven sirio sin vida en la costa de una playa similar a la que tú o yo, con su edad, frecuentábamos en verano, es la consecuencia más tangible y reciente de la guerra civil que está teniendo lugar en Siria, la cual comenzó en 2011. Es cruel para una persona comprobar cómo este niño de tres años murió sin conocer otra cosa que no fuese la guerra. Y ahora bien, ¿Qué tiene que ver este suceso con el ámbito económico, que es lo que busca esta asignatura?

En los años previos al conflicto armado en el país de Aylan, y hablamos de 2008, la producción de petróleo en la nación –el cual era un 15% del PIB –descendió notablemente, lo que triplicó el precio de la gasolina y aumentó el de los alimentos. Además, en 2006 se sucedieron una serie de malas cosechas producidas por la sequía, lo que obligó a desplazarse a un gran número de familias hacia las zonas costeras del país, dejando kilómetros y kilómetros de terreno abandonados, y creando en las nuevaz zonas que habitaban tensiones raciales. Esto, sumado a que Siria era autosuficiente respecto al trigo, que era un alimento fundamental en su dieta, y la escasez de agua le hicieron importar este producto de otros países, nos resume los motivos principales por los cuales dicho país se sumió en la crisis que, desde el 2011 se convirtió en una guerra civil. Dicho conflicto, ha provocado ya 220.000 muertos, 11 millones de desplazados, 3.9 millones de refugiados y 12.2 millones de personas que dependen de la ayuda humanitaria para subsistir (más detalles aquí).

Además, es duro ver cómo la pobreza y la desigualdad cada vez son más fuertes, y cómo esto afecta a la población más vulnerable: Los niños. Las cifras son escalofriantes: 1.6 millones de niños ya no pueden ir al colegio y sólo en el primer semestre de 2014 se cometieron 1.200 violaciones graves contra menores.

Sin embargo, no son los motivos económicos de la guerra lo que le preocupaban al joven Aylan Kurdi cuando, junto a su familia, intentó huir de la misma. Y de hecho, tampoco es lo que trastorna a la opinión pública al ver su cuerpo sin vida en la orilla de una playa. La pregunta que se hace todo el mundo es, ¿por qué tuvo que morir Aylan Kurdi?

Al formular esta cuestión, todas las miradas se centran en los países vecinos del de Aylan. ¿Por qué, tal y como hemos visto en los telediarios, Hungría, la República Checa, Eslovaquia y Rumania se niegan a abrir sus fronteras a los refugiados sirios que quieren escapar del caos que provoca el conflicto armado? Esto es, sin duda, un tema complicado, pero también invita a reflexionar y mirar al pasado.

Tras la primera guerra mundial –sí, la primera –las fronteras de los países se desplazaron para adaptarse a la ubicación de sus habitantes, que tras el conflicto habían sido desplazados. Sin embargo, tras la segunda, no se movieron las líneas fronterizas, sino las personas (más información aquí). Esto provocó que poblaciones que llevaban generaciones viviendo en un determinado lugar fuesen desplazadas a otros países, acorde a su nacionalidad. De esta manera, alemanes, judíos, albanos, rumanos… fueron apartados de sus hogares y situados en distintos puntos de su supuesta nación de origen. Sólo en personas de origen alemán que fueron desplazados a Alemania, encontramos a siete millones. Esto culminaba la idea de limpieza étnica y el antisemitismo que los nazis instalaron en Europa.

Imagen original BBC
Quizás veamos esto como algo lejano –y más, los jóvenes estudiantes a los que está dirigido este texto –pero cincuenta años no son nada, y sin duda, las heridas del pasado siguen estando demasiado abiertas como para ser ignoradas u olvidadas por aquel pueblo que las ha sufrido. Aunque eso, evidentemente, no sea justificación para los hechos que han sucedido y están sucediendo con los refugiados sirios. Empecé este texto diciendo que el dinero mueve el planeta, pero tal vez me equivoque. Quizás el verdadero motor de este mundo seamos los seres humanos, que movemos el dinero y las vidas de aquellos que, como Aylan Kurdi, mueren entre fotografías y palabras que, como estas, no hacen más que intentar remover la conciencia de aquellos que siguen permitiendo que esto ocurra.

Vuestras conciencias.
Alejandro.




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